29 de noviembre de 2023

Por Sergio Manríquez
Tesla y la 4ª Tragicomedia

La reciente confirmación de la instalación de una planta de Tesla en México ha sido materia de debate en innumerables lugares, tanto desde el punto de vista económico, como político y dado que esta columna se titula Todo Sobre Autos, no podía dejar pasar la oportunidad de sumarme a la ola de análisis.
Como dijo el descuartizador, vámonos por partes. Tesla es una empresa que quizá es más famosa por su dueño: Elon Musk, quien de manera intermitente aparece en la lista de Forbes, como la persona más rica del mundo.


El año pasado, el señor Musk estuvo continuamente en las noticias, pero no por Tesla, sino por la compra que realizó de Twitter, operación valuada en alrededor de 44 mil millones de dólares, de la que se quería arrepentir, pero que finalmente tuvo que recular, obligado a recapacitar por las cuantiosas pérdidas en que incurriría al querer revertir la compra.


En cuanto a Tesla Motors, ésta se fundó en 2003; el año pasado tuvo ingresos de poco más de 81,400 millones de dólares, tiene más de 100,000 empleados, produce anualmente 1.3 millones de vehículos y posee alrededor del 65% del mercado de vehículos eléctricos, a nivel mundial. En pocas palabras, es un monstruo de empresa.
Con ese tamaño, Tesla ha tomado muy en serio la idea de expandir el jugoso y prometedor negocio de automóviles de propulsión 100% eléctrica. En las proyecciones del propio Musk, desea producir 20 millones de vehículos anuales para 2030, considerando la demanda de vehículos Tesla, como prácticamente “insaciable”. Sin embargo, los planes y las proyecciones no han sido del todo claros ni realistas para el mercado bursátil, quienes han castigado las acciones 8%, en tan solo 5 días.


Aunado a lo anterior, la empresa ha recibido quejas por deficiencias en sus vehículos: incendios espontáneos, problemas en sus sistemas de conducción autónoma y recientemente se han reportado casos en que el volante de la dirección simplemente se desprende. No son cosas menores en autos cuyos precios empiezan en los $50 mil dólares, aunque hay planes de producir un vehículo cuyo precio rondará los $25 mil USD, que es precisamente el que se pretende fabricar en México a partir del 2025: el Model 2.
La inversión en México. Con el antecedente anterior, la decisión de abrir una nueva factoría era inminente y la ubicación se definió en Nuevo León, en la zona conurbada de Monterrey.

Dicha zona es muy atractiva a este tipo de inversiones, por virtud de las facilidades comprendidas en el T-MEC, la gran experiencia de la zona para el sector manufacturero y dada su cercanía con el mercado norteamericano, situación particularmente favorable considerando la nueva política industrial de nuestros vecinos de preferir proveedores cercanos (nearshoring), por las malas experiencias derivadas de la pandemia, así como por evitar en lo posible el intercambio comercial con China, ante las constantes fricciones con los EE.UU. y por su apoyo a Rusia en la invasión a Ucrania.


En cifras redondas, la inversión inicial será de $5,000 MUSD, llegando a los $20,000 MUSD, con el proyecto entero terminado, 6,000 empleos directos y un esperado incremento en la proveeduría en la zona de 450%.
Eso en cuanto a números. La parte cómica la aportó el gobierno federal, que con su usual forma de querer alterar la realidad y creer que todo se resuelve con persuasión –por no decir con amenazas- pretendía reubicar la instalación de la planta a una de las áreas preferidas por el mesías tropical: Tabasco o el AIFA.
El pretexto era que el agua que se necesitaría era prioritaria para la población. Casi de inmediato se supo que la poca agua que requería la fábrica –que no llegaba ni a medio punto porcentual de la que tiene el Estado de Nuevo León- sería tratada, no potable. El pretexto, por no decir mentira, se caía por ridículo.
Afortunadamente, el hombre más rico del mundo, conocido por su agresiva forma de negociar y tomar decisiones, seguramente dejó en claro al presidente las condiciones inamovibles de su inversión. Era Nuevo León o se iba su dinero a otro país.

Al final, parafraseando a Trump, el señor López se dobló, aunque quiso vender su cambio de postura con la supuesta aceptación de diversas condiciones, por parte de Musk. Sí, claro. Lo que daría por escuchar esas conversaciones.
Circuló en redes una imagen que en pocas palabras ilustraba una gran ironía de este sexenio: la inversión más importante de la iniciativa privada se va a realizar en energías limpias, mientras que la mayor del sector público se está yendo a una de las más sucias; una refinería.


Finalmente, aunque pareciera anecdótico, escuché algunas voces que se quejaban de la operación porque Tesla produce artículos “fifí”. Desafortunado el comentario, por decir lo menos. Es como oponerse a la instalación de una fábrica de aviones, porque la mayoría de la población no puede acceder comprar uno. Secuelas de la ideología absurda y retrógrada de esta administración.
Lo importante es la inversión, la derrama económica y la creación de empleo. Enhorabuena, Tesla.

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