¡Que viva México!

Por: José Luis Benavides
@Benavideslaw
Columna: “Para Gente Normal”
#GENTENORMAL no soy de coincidir con nada o casi nada de lo que dice del presidente de la República Andrés Manuel López Obrador [@lopezobrador_] pero en esta ocasión mi paisano tiene toda la razón, ya que la película ¡Que viva México! es una verdadera porquería con todas sus letras, así que, y si de algo les sirve mi consejo, no tiren su dinero en esta basura, porque si lo que les gusta ver es “comedia mal hecha” pues ya tenemos gratis las mañaneras de nuestro hombrecito de Palacio Nacional. ¿o me equivoco?
Dicho lo anterior, en los últimos días he leído muchos comentarios y críticas de especialistas en cine y televisión donde todos coinciden que este trabajo del director y productor Luis Estrada es el “menos potente” en comparación con sus proyectos anteriores: “La Ley de Herodes”; “Un Mundo Maravilloso”; “El Infierno” y “La Dictadura Perfecta” y como yo no soy experto en cine, pero si comentócrata político y de negocios, me puse a pensar si el problema era la propia película, la polarización social en que vivimos o una combinación de ambas.
Así que, más que diseccionar a los personajes de ¡Que viva México! y que ante la obviedad de la trama los dividieron entre los “aspiracionistas” que supuestamente viven en “Santa Fe Hills” y los “chairos jodidos” que sobreviven quien sabe en dónde y son “Los Reyes” de una ranchería llamada “La Prosperidad”, misma que en un toque irónico del guion remarcan al típico pueblo de los que vienen de provincia a probar suerte a la Ciudad de México, y en algunos casos lo logran y otros no.
Más aún, la trama resulta bastante predecible y retrata la lucha entre el “pueblo bueno” que sólo quiere vivir de limosnas gubernamentales y comer frijolitos de la olla y los “conservadores fifís” que agarraron su caja de cartón con su ropa, sí se arriesgaron y dejaron atrás los paisajes amarillentos de la pobreza extrema, todo esto, con el único fin de “realizarse” y soñar con vivir una vida a todo color en una casa estilo californiano, tal y como se observa en el simbolismo de la fotografía de esta película.
En este contexto, la película resulta repetitiva en varias de sus secuencias, pero la que más me llama la atención es la que retrata a ese “pueblo bueno” que resuelve todas sus “alegrías y tristezas” con borracheras, bailongos, mariachis y celebraciones que no pueden pagar y que regularmente lo resuelven pidiéndole fiado al de la miscelánea o al de la vinatería y en el extremo de este retrato social terminan siempre sacándole dinero al fifí que los fue a visitar o queriendo que sea el Padrino de (Bautizo, Primera Comunión o Boda) de alguna de sus multiples “bendiciones” para que les haga la fiesta en cuestión.
Es decir, desprecian al “aspiracionista”, pero no les molesta que les paguen las cuentas por solamente vivir de sueños y no tener oficio ni beneficio.
Finalmente, esta película resulta muy elemental en su propuesta creativa, pero ante lo básico de este gobierno de la #CuartaTransformación tampoco esperemos que el cine mexicano produzca en estos momentos al Ciudadano Kane de Orson Welles.
¿Verdad?
Al tiempo.
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